Estados Unidos: de la defensa del libre comercio al proteccionismo selectivo

Mientras Estados Unidos proclama la eliminación de barreras en foros globales, la imposición de aranceles al acero y aluminio —en vigor, con matices, hasta febrero de 2025— expone la contradicción de su discurso libre comercio. La reacción de potencias como China e India, sumada a la reconfiguración del T-MEC y otros acuerdos, revela un escenario internacional cada vez más marcado por el proteccionismo y las tensiones comerciales

Actualidad11/02/2025
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Desde hace décadas, Estados Unidos ha defendido públicamente la idea de un comercio global con barreras reducidas. Sin embargo, en 2018, bajo la administración de Donald Trump, el país impuso aranceles del 25% sobre la importación de acero y del 10% sobre el aluminio, amparándose en la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 por razones de “seguridad nacional”.

Estas medidas afectaron directamente a sus principales socios comerciales —incluidos Canadá, México, Brasil, la Unión Europea, China y Japón—, poniendo en entredicho la coherencia entre la retórica estadounidense y su práctica comercial.

El proteccionismo no es un fenómeno nuevo en la historia de Estados Unidos. Leyes como la Smoot-Hawley (1930) o las tensiones con Japón en la década de 1980 ya habían demostrado que el país recurre a barreras arancelarias cuando lo considera necesario para proteger sus industrias. Sin embargo, la intensidad de las políticas arancelarias iniciadas en 2018 y su justificación por motivos de seguridad nacional generaron un clima de desconfianza que aún perdura.

Acuerdos parciales y continuidad arancelaria 

Si bien la administración de Joe Biden mostró en un principio intención de distender las tensiones con aliados, a febrero de 2025 no se han desmontado por completo las medidas arancelarias heredadas de la era Trump. En el caso del acero y el aluminio, la Casa Blanca ha acordado con la Unión Europea, Japón y el Reino Unido cuotas arancelarias que, en lugar de eliminar totalmente las tarifas, fijan límites a la importación a partir de los cuales se cobran aranceles. Para otros países, como China, el gravamen original continúa vigente.

En líneas generales, el gobierno de Estados Unidos justifica la permanencia de estas barreras basándose en la necesidad de salvaguardar su producción local y de reforzar sectores considerados estratégicos —un discurso que se enlaza con el plan “Buy American” promovido desde la Casa Blanca. Ante la persistencia de las tensiones geopolíticas, esta postura se ve reflejada en el mantenimiento de restricciones no solo arancelarias, sino también tecnológicas, particularmente hacia China.

Guerra comercial con China: de la “fase uno” a la cautela

La llamada “guerra comercial” con China alcanzó uno de sus puntos álgidos entre 2018 y 2019, cuando ambas potencias cruzaron sucesivos paquetes de aranceles. En 2020 se firmó un “acuerdo de fase uno” que pretendía aliviar el conflicto; sin embargo, llegó a su expiración sin haberse cumplido plenamente. Aun con un tono diplomático más conciliador que en la época de Trump, las tensiones siguen latentes y se han extendido a áreas como el sector tecnológico y la seguridad de las cadenas de suministro.

Las represalias chinas incluyeron aranceles sobre productos agrícolas y bienes manufacturados de Estados Unidos, impactando severamente en algunos sectores exportadores estadounidenses. Pese a algunos acercamientos, en 2025 se mantiene un amplio espectro de tarifas recíprocas entre Washington y Pekín.

India: un socio estratégico, pero con fricciones

India también ha sido acusada de mantener aranceles elevados en productos sensibles, como bienes tecnológicos, agrícolas o de consumo. Durante la administración Trump, Kevin Hassett —entonces presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca— criticó los “aranceles extraordinariamente altos” de la nación asiática, sin mencionar el proteccionismo estadounidense.

Aunque la relación bilateral ha cobrado relevancia con la consolidación de foros como el Quad (que incluye a Japón y Australia), todavía persisten roces comerciales en materia de apertura de mercados. Las autoridades indias consideran legítimo proteger ciertos sectores estratégicos, mientras que Estados Unidos presiona para una liberalización que beneficiaría sus exportaciones de productos tecnológicos y agroindustriales.

El T-MEC (USMCA) y los roces con vecinos cercanos

El T-MEC, que sustituyó al TLCAN, entró en vigor en 2020. A pesar de que ya no existe la amenaza inmediata de aranceles al acero y al aluminio para Canadá y México, surgieron disputas puntuales sobre reglas de origen de la industria automotriz y la política energética mexicana, que han sido canalizadas a través de los mecanismos de solución de controversias del propio tratado.

En febrero de 2025, las negociaciones y revisiones obligatorias del T-MEC continúan, reflejando las tensiones normales de un acuerdo que busca equilibrar los intereses de tres economías íntimamente entrelazadas.

Una paradoja persistente

El escenario actual pone de manifiesto la contradicción del discurso de Washington. Mientras defiende la eliminación de barreras en foros internacionales y apela a la cooperación, recurre a aranceles y otras herramientas proteccionistas para resguardar sectores clave de su economía. Esta paradoja refleja la distancia entre la retórica del libre comercio y la realidad de un sistema global en el que las naciones priorizan sus intereses políticos y estratégicos.

Algunas industrias estadounidenses han aplaudido la protección recibida, especialmente tras las disrupciones ocasionadas por la pandemia y las tensiones geopolíticas. Sin embargo, otros sectores —como los fabricantes que requieren insumos importados a precios competitivos— continúan sufriendo el aumento de costes. A escala internacional, la Unión Europea, China, México y Canadá han respondido con medidas similares o con quejas formales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC), poniendo en evidencia las grietas del multilateralismo comercial.

Libre Comercio?

A febrero de 2025, la llamada “paradoja del libre comercio” en Estados Unidos permanece:

° Los aranceles al acero y aluminio, aunque matizados para algunos aliados, siguen en vigor para muchos países.

° La relación con China continúa marcada por restricciones arancelarias y tecnológicas.

° India mantiene roces con Washington por sus altos impuestos de importación, al tiempo que EE. UU. sostiene parte de sus propias barreras.

° El T-MEC refleja la evolución de los lazos comerciales norteamericanos, pero no escapa a las disputas derivadas de intereses nacionales.

Pese a los intentos de la administración Biden por reencauzar las alianzas comerciales, los intereses estratégicos, las presiones internas y el impulso por reindustrializar el país han conducido a una consolidación del proteccionismo selectivo.

Así, el discurso del libre comercio coexiste con políticas que defienden la producción local, resaltando la fragilidad del ideal de un mercado realmente abierto cuando se ponen sobre la balanza la competitividad global y la protección de la economía nacional.

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